Nuestro País
es un mar revuelto, cuyo oleaje impregnado de banderas y estandartes ondean por
encima de las cabezas de aquellos ciudadanos que se quejan y vociferan
defendiendo sus derechos. Causa pavor saber que los Organismos (Unicef, Cruz
Roja, Cáritas…) denuncian cómo la pobreza va invadiendo como una marea negra
los hogares donde falta el pan. Y los niños, los discapacitados, los mayores,
los enfermos, son los más desprotegidos por un gobierno que presume de no
haberse quedado de brazos cruzados. Mejor hubiera sido que antes de tomar las
tijeras hubiera pensado por dónde recortar. Es imposible pensar que a un
ministro de este gobierno se le ocurra decir: que gobernar es repartir dolor. Como dije, las calles de nuestras
ciudades están llenas de colectivos que intentan salvar sus derechos. Aquellos
que tanto nos costó conseguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario