Amarte
en el silencio agorero de julio,
bajo las lilas
del tormentoso mayo.
Amarte sobre el tiempo
(sin tiempo ni demora).
Amarte más allá de los
sueños y días,
en la piel de los gatos y
en la fuga
del ciervo, en el galope
de todos los caballos
y en el canto del cisne.
Amarte sobre todas las
lunas y relojes.
Sobre todas las cumbres y
los valles.
Bajo todos los puentes y
las piedras.
Amarte, simplemente,
aunque fuera
en el filo de la última
luz
que poblase mis ojos.
Amarte en la locura de
saberte
perdido y nunca hallado.
Amarte
con la contemplación que
te contemplo.
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