DESPLIEGA PESTAÑA

martes, 12 de febrero de 2013

AHORA O NUNCA




Lina colgaba su ropa en el tendedero del patio interior de su vivienda y, a veces, coincidía con su vecino, Valentín, que hacía lo mismo en el tendero de enfrente. Más de una vez a Valentín se le resbalaban las prendas de las manos e iban a parar al fondo del patinillo, un suelo de cemento oscuro donde la ropa interior del vecino manirroto se quedaba allí, sin que a él le importase lo más mínimo. Daba un portazo con desesperación y se escuchaba cómo le reñía al perro, con el que hablaba y hasta discutía haciendo él los papeles de perro y amo. Lidia, le había puesto el ojo al nuevo vecino desde su llegada. Era un buen mozo, alto y bien plantado, con esa masculinidad que algunos hombres poseen y que se acentúa con el paso del tiempo. Ni siquiera el alcohol le había hecho mella aún. Sus cambios de ánimo era lo que no convencían a su vecina para hacerse ilusiones. Una noche, Valentín, ya de madrugada, a su regreso, y pasado de copas, no atinaba a encontrar la cerradura de su puerta. Se resbaló sobre la pared de la vecina accionando el timbre de la vivienda. Lina abrió su puerta y tiró de él como si fuera un fardo. Pensó: Tengo ya más de cincuenta años. Así que, ahora o nunca.

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